Me gusta viajar. Llegar a lugares desconocidos me parece fascinante. Yo creo que una de las cosas que más me gusta es mirar a la gente. Bueno, eso me gusta hacerlo aquí o en cualquier otro lugar. Igual que escuchar conversaciones ajenas.
Y justo ahora, que estoy trabajando, me llegan de regalo dos posibilidades para viajar (y eso que el año nuevo pasado ni siquiera salí a darme la vuelta a la manzana con maletas). Dos posibilidades muy distintas. Una con toda la familia, otra sola. Una a un lugar desconocido y otra a un paisaje que ya vi una vez. Una al verano eterno y la otra al más duro invierno.
En el escenario ideal, podría ir a los dos lugares y disfrutar por separado. Empezar el 2008 preparando la maleta, largarme de aquí y salir a conocer, a redescubrir. Pero creo que justo ahora no estoy parada en ese escenario. Me equivoqué y me subí a otro. Ahora tengo que elegir uno de los dos viajes. Y cuando haya decidido eso, dejar que los grandes decidan por mí y vean si es que puedo viajar o si este verano tendré que quedarme frente al computador, en un trabajo que me gusta mucho, pero que sólo me permitirá soñar con conocer lo desconocido y reencontrar lo olvidado.
¿Verano o invierno?
Es una difícil decisión, aunque siempre he preferido el frío.
jueves, diciembre 27, 2007
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